El único país de bajos ingresos que ha
fabricado su propia vacuna COVID ha sido Cuba. El interés gubernamental por
darle prioridad a la salud con la implementación del proceso vacunatorio y la
gran preparación del sector biotecnológico público han hecho posible el triunfo
de la Isla en el tratamiento a la pandemia.
Así afirma en un artículo la revista Jacobin, voz
líder de la izquierda estadounidense, que ofrece perspectivas socialistas sobre
política, economía y cultura. La revista impresa se publica
trimestralmente y alcanza los 75 000 suscriptores, además de una audiencia web
de más de 3 000 000 al mes.
En el texto el periodista Branko Marcetic explica como el
exitoso programa cubano de vacunación ha revertido el avance de la pandemia en
el país. Es por ello que Cuba, siendo una nación de pocos ingresos, no solo ha
vacunado a la mayoría de su población, sino que se ha convertido en la única en
hacerlo con una vacuna que desarrolló por su cuenta.
Con un 78 % de
la población vacunada, se posiciona en el noveno lugar del mundo, por encima de
países ricos como Dinamarca, China y Australia (Estados Unidos, con un poco
menos de 60 % de su población vacunada, ocupa el puesto quincuagésimo sexto),
informa Jacobin con datos de la Universidad Johns Hopkins.
Entre los países
de bajos ingresos, que han vacunado solo al 2,8 % de sus poblaciones
combinadas, Cuba destaca como un caso atípico. Luego de alcanzar un pico de
casi 10 000 infecciones y cerca de cien muertes por día, ambas cifras han
disminuido.
El acaparamiento
de vacunas por parte del mundo desarrollado y su celosa protección de los
monopolios de patentes, prohíben a los países más pobres desarrollar versiones
genéricas de las vacunas que se produjeron a través de fondos públicos en
primer lugar.
Vietnam, con
solo el 39 % de su población completamente vacunada, firmó un acuerdo para
comprar cinco millones de dosis de vacunas, y Cuba envió recientemente
más de un millón de ellas a su aliado, 150 000 de las cuales fueron donadas.
Venezuela (32 %
totalmente vacunado) también acordó comprar doce millones de la vacuna de tres
dosis y ya ha comenzado a administrarla, mientras que Irán (51 %) y Nigeria
(1,6 %) acordaron asociarse con el país para desarrollar su propia vacuna.
Siria (4,2 %) ha discutido recientemente con funcionarios cubanos la
posibilidad de hacer lo mismo.
Asimismo, la
inclusión de una vacuna administrada por vía nasal que ha progresado a la Fase
II de estudios clínicos constituye una de las únicas cinco vacunas en todo el
mundo que tienen una aplicación nasal, según uno de sus principales
científicos, que podría ser particularmente útil si se demuestra que es segura
y efectiva.
También se
desarrolló una vacuna de refuerzo especialmente diseñada para funcionar con
aquellos que ya han sido inoculados con otras vacunas, advirtió este medio.
El país espera
desde septiembre por la aprobación de la Organización Mundial de la Salud para
sus vacunas, lo que abriría la puerta a su adopción generalizada.
Jacobin aborda
también la vacunación anti-COVID-19 de los niños cubanos y explica lo que eso
ha significado de cara a reabrir las aulas para las clases.
La activista y
reportera independiente Gloria La Riva, que ha estado de visita en Cuba durante
todo el año y se encuentra en La Habana desde mediados de octubre, describió la
escena en la Ciudad Escolar 26 de Julio cuando padres y abuelos acudieron a la reapertura
de la escuela, manifestando: «Es algo muy importante para las familias». «Todos
sienten este enorme orgullo», indica el medio.
También
destacaron el hecho de que Cuba posee diez medallas de oro de la Organización
Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) de las Naciones Unidas, con lo cual
se reconoce el mérito de Cuba de desarrollar la primera vacuna contra la
meningitis B del mundo en 1989.
Por otra parte,
en 2015, gracias a los medicamentos retrovirales y el compacto sistema de Salud
pública Cuba se convirtió en el primer país en eliminar la transmisión
maternoinfantil del VIH y la sífilis.
Según Jacobin,
podría tomar más tiempo para Cuba —en el caso del
enfrentamiento a la COVID-19— el obtener el
sello oficial de la comunidad científica internacional. Si llegara, explica el
sitio, «sería una poderosa refutación del modelo de vacuna impulsado por las
empresas que ha dominado hasta ahora, que sostiene que, de acuerdo con los
puntos de conversación de las grandes farmacéuticas, solo la competencia impulsada
por las ganancias puede producir el tipo de innovación que salva vidas que el
mundo está desesperado».
Quizás lo más
importante es que puede ser una forma para que el mundo en desarrollo
finalmente salga del agujero en forma de pandemia del que no parece estar más
cerca de escapar ahora, meses después de que se hayan implementado las vacunas
en los países ricos, agregan.
En ese sentido,
todos deberíamos esperar que las vacunas de Cuba sean tan exitosas como sus
científicos están seguros de que son, concluye el artículo.
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