Alrededor
de 2.800 científicos se han sumado en los últimos dos años a una declaración de
emergencia climática firmada inicialmente por más de 11.000 especialistas de
153 países, que advierten del rápido deterioro de los signos vitales de nuestro
planeta en medio de una política internacional que no se ha preocupado por
hacer los cambios necesarios, señala un informe publicado en la
revista BioScience.
Los especialistas
sostienen que desde 2019 ha habido un aumento sin precedentes de
desastres relacionados con el clima, incluidas inundaciones
devastadoras en América del Sur y el sudeste asiático, huracanes en el Atlántico,
ciclones devastadores en el sur de Asia y África, olas de calor récord e
incendios forestales en Australia y EE.UU.
"Existe una creciente evidencia de que nos estamos
acercando o ya hemos cruzado puntos de inflexión asociados con partes críticas
del sistema terrestre, incluidas las capas de hielo de la Antártida Occidental
y Groenlandia, los arrecifes de coral de aguas cálidas y la selva
amazónica", indican los autores, calificando a los últimos acontecimientos
de "alarmantes".
El investigador
Thomas Newsome, de la Universidad de Sídney, también señaló que "es preocupante" el
aumento de estos desastres climáticos, incluido los récords de concentraciones
atmosféricas de los tres principales gases de efecto invernadero (dióxido de
carbono, metano y óxido nitroso) registrados en 2020 y 2021.
"La pandemia del
covid-19 ha demostrado que las caídas en la actividad humana no
son suficientes para evitar un desastre climático. Necesitamos
una transformación estructural de la economía", subrayó Newsome.
Trabajar en tres frentes
En ese contexto, para
hacer frente al problema los investigadores sugieren un enfoque
político a corto plazo en tres frentes. El primero consiste en la
introducción de un precio global para el carbono lo suficientemente alto como
para alentar la "descarbonización" en todo el ámbito industrial y de
consumo.
Además, urgen a que se realice una eliminación gradual de los
combustibles fósiles y a que se conserven y restauren los sumideros naturales
de carbono junto con su biodiversidad, como la Amazonía.
"Al detener la explotación insostenible
de los hábitats naturales, podemos reducir los riesgos de transmisión de
enfermedades zoonóticas, proteger las reservas de carbono y conservar la
biodiversidad, todo al mismo tiempo", concluyó el investigador Christopher
Wolf. Fuente RT Noticias
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